Seguramente te plantearas: que mas da si total no deja de ser pescado.
Pues, bien. Importa. Dejando de lado la parte técnica de como funcionan las piscifactorías o si el sabor es mejor o peor, el sentido común debería guiarnos frente a esas decisiones.
Y que nos dice el sentido común cuando pensamos en comernos un pescado:
· Salvaje, que ha estado nadando libre por el agua y comiendo su dieta natural y que simplemente muere cuando enferma.
Frente a uno de
· Piscifactoría que ha sido alimentado con piensos, hormonas de crecimiento y tratado con antibióticos cuando enferma o simplemente para prevenir enfermedades.
No solo nos comemos los pesticidas, hormonas, antibióticos y demás de la dieta del pescado de piscifactoría, sino que todos esos productos interfieren con nuestras hormonas, especialmente con aquellas que nos ayudan cuando queremos perder peso o simplemente estamos intentando mantenerlo.
Por tanto, si estas intentando perder peso y ganar salud, mejor el pescado “salvaje”, y si el bolsillo no lo permite o no nos gusta lo que vemos, siempre queda el recurso del congelado.
Por cierto, lo mismo podemos aplicar para el pollo y otras carnes, pero eso será en otro post.
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